Buenos días, "tu m'as manqué"

     

A veces hablo a solas con la almohada, fingiendo que eres tú, que ya estoy otra vez a tu lado, sobre todo por las mañanas, antes de levantarme enmarañanda, a eso de las once y media otra vez, a por la leche con "nesquik", que ya sabes que a mi eso del sabor del café solo me gusta de tu boca y sin embargo el chocolate me pierde.
      Desde que empecé a acostumbrarme a esta rutina de estar, pero no estar, contigo; de ser feliz incluso sabiendo solo que te tengo, debatiendome entre la nostalgia y los nervios de volver a verte; le susurro a la almohada un poco de ti todos los días, algunos llego a creerme, en lo más profundo de mi inconsciente, que este objeto mullidito que me sostiene al dormir eres tú. Todos los días. Puede que sea la segunda que mejor me escucha, después de ti, ya que contigo tengo la ventaja de que me respondes.
       Le hablo de mis secretos, de que me encanta que te lleves bien con mi hermana, de lo orgullosa que me siento cada vez que os veo charlar juntos de series que nos encantan a los tres, de helados o ... en fin, y luego me sonrio yo sola, dándome la vuelta aún en la cama, porque sé que tú eso ya lo sabes.
       De que odio discutir contigo porque a veces no puedo defenderme en una lengua que adoro, pero que no es la mía, además de que suena ridículo cada vez que necesito precisar una palabra para regañarte y tengo que preguntartela y no puedo enfadarte demasiado porque necesito que me contestes de si es la buena o si lo entiendes al menos. Así no podemos discutir en paz. Es ridículo y a la vez, pensar en ello me hace sonreír de nuevo, girándome en la cama, retorciéndome esta vez para ver tu foto detrás del despertador.
        Finjo decirte que te quiero, que t'estime, que je t'aime, que lo sé como conozco mi nombre y que tengo muchas ganas de volver a verte para ver como haces tonterías y vocecitas como un niño, hacerte cosquillas otra vez, acariciarte, acurrucarme contigo, como ahora me acurruco a mi almohada, pero mejor, y decirte todo lo que ya he pensado decirte, mientras se lo susurraba a la almohada, aquí mismo, a tantos quilómetros de ti, cada mañana, en mi habitación mientras esperaba que llegara el día de volver a verte y abrazarte de nuevo.

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